martes, 17 de abril de 2012

La Mansión Oscura I

No se veía más que oscuridad. Todo estaba negro. La noche cubría hasta el último rincón de la gran casa. Un fuego moribundo quemaba los restos de las ramas de haya que quedaban en la chimenea. Además del chasquear de la madera ardiente, también se oían los pasos rápidos de alguien que debe acabar una tarea antes de la llegada de su jefe.

Con parsimonia, abrí la enorme verja y me adentré en aquel lugar, que parecía que no había visto la luz solar desde su construcción. Avancé por los caminos bañados de oscuridad y marcados por unas losas hasta que la encontré. Al fin había llegado a mi  nueva residencia: la temida Mansión Oscura. La última propiedad que mi difunto hermano habría querido que tuviera. Esta gran casa había pertenecido a todos los patriarcas de mi familia, es decir, había pasado, de generación en generación, a través de los primogénitos. Y yo era un segundogénito. Además, yo había dado la espalda a los negocios familiares, porque no los consideraba legales. Solo mi madre le había impedido desheredarme y expulsarle de la familia.

Pero ahora todo había cambiado y el nuevo jefe era yo. Estaba al mando de los negocios familiares y me dirigía a mi nueva residencia, dónde me esperaba, en teoría, el mayordomo con los brazos abiertos. Tras recorrer unos cinco metros, pude ver, a través de la niebla, la gran puerta de la mansión victoriana. Había llegado a mi destino.

Conforme avanzaba, vi que solo había luz en las dos ventanas situadas junto a la entrada y en una de las del piso superior, pues tenía dos alturas. Además, de un gran ventanal surgía una tenue iluminación que supuse que provenía de un fuego moribundo. Tras dar unos pasos más, llegué a la gran puerta negra, que se abrió antes de poder hacer ademán de intentar abrirla.

Nada más cruzar el umbral oí una voz femenina que dijo: “Buenas noches, Don, hace días que esperábamos tu llegada”. Antes de poder alzar la cabeza para ver quién era, noté un fuerte impacto en mi cabeza y todo se tornó tan oscuro como la casa.