viernes, 17 de agosto de 2012

El Retorno (I)

La última vez que pasó por allí, dos años atrás, ese prado no era más que un campo abandonado; ahora, en cambio, estaba lleno de flores y, cerca del camino, sobresalía una rosa de color rojo intenso. Era precioso... ¡Qué bello el fruto de la naturaleza!
El jinete, que volvía a casa por aquella ruta, la vio, avanzó y se paró junto a esta. Entonces, bajó de su montura, desenvainó el cuchillo que llevaba en la bota, la cortó con cariño y se la guardó en el bolsillo interior de la capa que tenía puesta sobre el uniforme: era mayo, pero hacía una ola de frío asolaba el país. Hecho esto, montó de nuevo y continuó su camino hacia un pequeño pueblo situado en el centro de aquel precioso valle que acababa en el mar. En aquel momento, el Sol estaba en su punto más alto y el capitán de dragones miró el reloj que tenía en el bolsillo: mediodía. "Con suerte, llegaré al anochecer a casa; si no, haré noche en la posada situada a pocos kilómetros de allí" pensó él.
Horas después, cuando llegó a la cima del montículo desde donde ya podía ver el pueblo, se dio cuenta de que el Sol se ponía y que una extraña bruma subía del mar hacia el valle...