sábado, 13 de octubre de 2012

El señor Silver

 Hacía mucho tiempo, la familia de los McSliverly fueron los propietarios de casi todos los terrenos del pequeño pueblo de Libriscivis, pero como consecuencia de unos reveses económicos tuvieron que vender los que tenían hasta que solo les quedó la gran mansión familiar. Durante unos meses nadie entró en aquel lugar ni salió de allí, hasta que tras el fracaso de una operación de compra con la que intentaron recuperar lo perdido, les embargaron la gran casa y les forzaron a abandonar el pueblo. Para  hacerlo, contrataron a su antiguo chófer- a quién despidieron cuando solo les quedó la casa- para que les llevara con todo lo suyo a otra propiedad muy lejos del lugar donde creció esa familia; a una ciudad donde el nombre de Libriscivis no era conocido; un lugar donde podrían empezar de cero. A las tres de la tarde, después de entregar la escritura de la casa a un nuevo rico, que era el comprador de esta, el señor McSliverly, su esposa y sus dos hijos, un niño, de ocho años, y una niña, de cinco, subieron al coche y este arrancó. Se fueron con lo mismo que años atrás sus bisabuelos habían llegado, con lo puesto y una maleta pequeña cada uno.