sábado, 3 de noviembre de 2012

El Señor Silver (II)

De allí, la familia McSliverly partió a Castranova, donde la señora McSliverly tenía una propiedad. Allí, su marido, gracias a la ayuda de uno de los hermanos de ella, consiguió trabajo y lentamente fue recuperando el dinero perdido. Cinco largos e intensos años tardó el hombre en recuperar la mitad de la fortuna perdida en Libriscivis. Durante este tiempo, a través de conocidos, fue vigilando el desarrollo económico del pueblo para poder intentar recuperar los terrenos perdidos. Sin embargo, los habitantes no les querían de vuelta, por lo que los boicots a sus contactos allí no tardaron en llegar: les ignoraban, no accedían a entrevistarse con ellos, les pinchaban las ruedas de los vehículos, etc. Al principio solo fue esto, pero como vieron que no se iban, empezaron a amenazarles con cartas anónimas y empezó una campaña de publicidad negativa contra ellos. A los dos años, todos decidieron irse. El señor McSliverly estaba ciego y sordo en Libriscivis. Durante el quinto año después de su exilio, él mismo fue quien se presentó en el pequeño pueblo para gestionar su retorno. La respuesta de los ciudadanos fue la misma, solo que esta vez pasaron directamente a la acción violenta, pero con una diferencia: no solo en Libriscivis, también en Castranova. Esto obligó al señor McSliverly a enviar a sus hijos lejos de allí: la hija se fue a vivir con la hermana de su madre; el hijo, con la familia de su padre al viejo continente para aprender a llevar el negocio familiar y así poder volver más tarde a continuar con lo empezado por su padre. Con tristeza los niños se abrazaron y se dieron un adiós entre lágrimas. Ambos sabían que tardarían mucho en verse de nuevo.

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